miércoles, enero 25, 2012

De idealismos y otros placeres culposos


Siempre es buen ejercicio mental asomarse afuera de uno mismo y preguntarse cómo van las cosas allá afuera. Esta canción desempolvó un poco mi ventana; y es que poco, o casi nada, me asomo a nuestra identidad fallida. Extraño la izquierda ingenua de adolescentes producto de la derecha, los cientos de planes para comernos al mundo y las reuniones con banda sonora de Violeta Parra o Silvio Rodriguez.
En ese entonces (como ahora) las injusticias me provocaban un inevitable síntoma de verborrea muy a pesar de mi casi eterna compostura. Diagnóstico: enfermedad del idealismo, padecimiento sufrido en una extensa región de nuestro continente.
Hoy no habremos de hablar de macroeconomía, sino de un sentir. Del coraje único por el hambre del mundo, del orgullo de lo autóctono, de las ganas de surgir.

Idealistas somos, siempre que tengamos licencia de soñar. Y tampoco podrían comprar mi derecho de soñar un mundo más justo, duro como ya lo es, pero justo.
[Parte uno]

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