jueves, abril 28, 2011

Par de cosas extrañas 2

La segunda "cosa" del par se llama algo-así-como-ilusión. Y es que no es ilusión como tal, porque me herviría la sangre por el simple hecho de recordarlo, y ni con vivirlo me pasa, pero cada día me surgen más dudas. Digamos que un buen día decidí ir al psicólogo porque ya estaba a punto menos que de enloquecer. Por recmendación de mi adorada S. terminé en el consultorio de X. X me pareció normal, ni fu ni fa, simplemente guapa y agradable, punto. Con curiosidad sembrada por S. y mi necedad por analizar a las personas con mi psicología de petatiux, comencé a verla de un modo diferente. Ya no era quien iba a ayudarme, sino era alguien que -según mis creencias- transgredía levemente los límites de una terapia para contarme cosas de su vida personal, y me juzgaba/aconsejaba bajo creencias propias. Es una persona que te demuestra en un mismo minuto tanto interés como indiferencia. Cada terapia se ha convertido en una ruleta rusa de pensamientos. Decidí no considerarme tan especial y analizar si realmente es una cuestión conmigo, o es que así es ella.
Observé mucho cómo interactuaba con otras personas. Resultó tener una respuesta algo confusa... efectivamente, no soy más especial que las demás personas para ella, por los niveles de exigencia que tiene (aunque me tiene en un concepto elevado)... pero muy muy sorpresivamente sí le soy menos indiferente que el resto, le provoco un buen nivel de confianza (quizá inconscientemente) y le dejo dudas para luego analizarlas en sí misma. Esta es la parte que más me llamó la atención, ¿para qué querría una mujer adulta, estable, psicóloga, establecer algún acercamiento/paralelismo con alguien que no tiene los mismos alcances que ella? parece ser que yo tengo algo de lo que ella carece: libertad. Una total libertad que por lo que veo casi envidia, mi deficiencia de comprender y hacer propios los prejuicios más comunes; cierta experiencia en ese ámbito, placer por explorar, falta de miedo.
Haciendo honor a la verdad siento que si algo me caracteriza es eso, lo torpe que suelo ser cuando se trata de salir huyendo frente a un reto o un posible sufrimiento. Y parece ser que a algunos les agrada.
Mala idea: esto está convirtiendo mi terapia en 3 cosas distintas: mi terapia, su terapia y nuestra terapia. Hablamos de mí y en seguida hablamos de ella. Después se establece un punto de encuentro o diferencia. (pareciera que trabajamos mucho en la "relación" jaja ).Y sigo con un miedo tremendo ante la fascinación que me causa esto. En medio está mi cordura, pero ella pisa fuerte sobre ella a través de sus "asuntos desconocidos" y mi gran curiosidad de saber cómo será estar cerca de su vida. No hablo de amor ni de amistad, hablo simplemente de ella. Weird.

Par de cosas extrañas

Normalmente no suelo hablar de mí, sino de mis experiencias. Pero esta vez he tenido una gran necesidad de callar cosas que ni yo entiendo, y preferí escribirlas para crear un eco, mínimo o nulo quizá pero fuera de mi círculo de amigos y de aquellos que dicen conocerme.
Han pasado un par de cosas extrañas. Se repitió ese ciclo de supuesto control, en que cuando tengo o ejerzo la posibilidad de hacer un daño, o no lo disfruto o no lo hago. En este caso, el daño sí fue causado, no por mí, sino por decisión de la otra persona. Ella decidió que así fuera, y yo lo dejé ser con toda indiferencia; una indiferencia no tan real, un poco forzada, pero al fin y al cabo, sana. Sé muy bien que esa actitud mía a ella no le importaba, de hecho creo que en ese momento estaba muy feliz (y supongo que aún debe estarlo) y ella decidió prescindir de todo lo que tenía que ver conmigo, incluyendo los mínimos "beneficios" de estar cerca de mí. Resulta que aunque el ya no estar en contacto conmigo le fuera irrelevante, o incluso bueno, aquello que sí deseaba de mí desapareció de pronto, por su decisión. Yo supuse que no sería yo la única en ofrecérselo, puesto que ella es una persona a quien muchas personas quieren. Mi sorpresa fue hace unos días al darme cuenta que lo que más le pudieron ofrecer fue una recomendación, es decir, nada. Ni material ni simbólico. Pero no me dio gusto, me dio tristeza. No precisamente porque ella merezca mi tristeza, sino por el hecho de no poder ofrecerle lo que de por sí ya tenía, limitada por simple salud mental (que no orgullo).
Consulté a una persona sobre si debía volver sólo para decirle: ten, esto es tuyo, porque siempre lo ha sido, aunque espero que nada cambie -por favor-. No me quieras más, ni menos, no me extrañes, y yo intentaré hacer lo propio. Me respondieron que eso sería "correcto", "humano", mas no prudente. Que si ya había logrado romper ese ciclo, era un retroceso tremendo, y en el mejor de los casos, una falta de amor propio. Y es que en el mundo de los humanos mucho se habla de honor, orgullo y amor propio como antagónicos de un gesto supuestamente generoso. Pero si realmente es generoso ¿entonces por qué es condicionado?
Mi respuesta es que mi mentalidad es muy filosófica, mientras que la de la mayoría es muy práctica, empirista. No estoy bien yo y mal ellos o viceversa, somos distintos. Yo manejo mis valores (cualquiera que sean estos) por encima de las circunstancias, ellos, primero ven la situación y luego matizan sus valores. De ahí es que persistencia se convierta en terquedad, la pasión en lujuria o la bondad en tontería. Actitudes que en mi mente son inmutables, aunque parecidas... porque soy muy "correcta", diría mi terapeuta.
Y todo este rollo para decir: Me siento culpable de no sentirme tan culpable por hacer lo que dicen y creo más saludable para mi vida. Es triste pensar que sin quererlo esté cobrando su indiferencia y/o grosería con su tristeza. Qué decadente relación!

martes, abril 12, 2011

Memorias

Hoy miré a través de ti,
como ser translúcido.

Recordé tu fuerza, tu carisma.
Luego me centré en tu mirada,
un poquito perdida desde entonces.
Te ví más tú,
y aunque menos mio,
tan pleno y vivo.
Luego sonreíste y hasta casi dibujo tu alma...

Me lamento no haber recordado lo bello que eres...