lunes, octubre 01, 2007

A ti y a tu ánimo.

Debo reconocer que uno me cae bien siempre y el otro sólo a veces (y muy pocas). Él te da consejos extraños, habla raro, normalmente en alemán o un español muy sin chiste, mientras tú dibujas figuras en el aire con el mexicano esplendoroso que dominas.
No me parece su amistad. Tu ánimo es bastante torpe cuando uno intenta llegar a ti. Te hace a un lado, pone pretextos. Pero no estoy aquí para contarte mi aversión por el endeble Scrooge...
Mientras te encuentro en la ventana de al lado -y el atlántico me indica lo contrario-, me doy cuenta que comienzo a conocer esa mitad de tu alma, la que no tiene una conciencia sádica, que se disfruta y que, a partir de su inocencia, deja que los sueños fluyan tal como si tuvieras 5 años (¡y que me inviten!).
Es curioso que, siguiendo tus letras, esa mitad tenga una nacionalidad propia, y que en ella se encuentre el secreto de semejante escape, de esas veces en que una mente brillante vuela para encontrar la genialidad fuera de su naturaleza, en su instinto.
Tú ya no eres quien nació allá, sino en quien te has convertido. No dudes en sentirte extranjera en tu mundo y cuéntale a tu ánimo que está en problemas conmigo.