Tres deseos pedía
y el destino me concedió uno
una mujer no fascinante,
sino tierna,
etérea,
mejor que eso.
Malsano mi carácter
de esperar inesperadamente
me regala unos minutos,
y al cabo se aleja.
De todas formas supuse,
debía ser ella,
con un poco de sonrisa
y un tanto en desamor.
Me dediqué a adivinarla,
que si bella como es,
mucho dejaba imaginar.
Un par de trazos
y podía tener un defecto
un par de caricias
y con suerte una sonrisa.
Ella bonita, como siempre,
como la recuerdo
desde mis anhelos
ya más de 10 años
y me reclama;
poco lápiz, muchos besos.
Y así han partido
72 horas de no tenerla,
más de 4000 de no mirarla.
Pero la vida es larga
y cierta.
Si he de morir,
será después.
Será espués de verla.
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